viernes, 1 de agosto de 2008

La Fortaleza de San Carlos. Perote, Ver., Mex.

UNIVERSIDAD VERACRUZANA.
Facultad de Arquitectura.
Materia: Teoría de la Arquitectura.
Catedrático: Dr. Arq. Daniel R. Martí Capitanachi.
Ensayos y reflexiones


La Fortaleza de San Carlos.
Análisis de proporción en un edificio militar americano del Siglo XVIII. Perote, Veracruz, México. (*)

“Y no se oculta a Vuestra Alteza, por su cotidiana experiencia... que la defensa de las grandes y pequeñas repúblicas, por otro nombre conocida como arte militar, es imposible de practicar con nobleza, honor y utilidad sin el conocimiento de la geometría, la aritmética y la proporción”.
Fra Luca Pacioli.
La Divina Proporción.



La fortificación hispanoamericana constituyó un tema arquitectónico que revolucionó el pensamiento militar europeo, y en especial, el español, durante los siglos XVII y XVIII. A la lenta evolución de las escuelas de arquitectura militar francesa e italiana, que depuraron su técnica con base en el arte de la guerra acostumbrada en aquellas latitudes, la española y en especial la Academia de Matemáticas de Barcelona, tuvieron que adecuarse aceleradamente a las especiales condiciones que les implicaba la situación geográfica, económica, política y social de la Nueva España. (Cfr. Zapatero, 1978;115)

Ya para el siglo XVIII, las fortificaciones de ascendencia española situadas en América habían alcanzado rasgos propios que las distinguían de las ubicadas en Europa, aún cuando provinieran ambas de los mismos principios o incluso las hubieran concebido y trazado los mismos arquitectos o ingenieros. Las influencias barrocas tardías desaparecieron para dar paso en América a un neoclasicismo que imprimió orden geométrico a la traza de los edificios militares, caracterizándolos por una “desnudez” artística y constructiva anticipada, cuya única justificación lo era el especial arte de la guerra, que sometido a reglas o máximas, rigió sobre la edificación de estos inmuebles, dotándolos de singularidad.

El Castillo de San Juan de Ulúa en Veracruz, el Fuerte de San Diego en Acapulco y la Fortaleza de San Carlos en Perote, son en México, entre otros, ejemplo de esta arquitectura militar sometida a estrictas reglas de proporción clásica al servicio de la defensa de las ciudades.

La fortaleza de San Carlos; antecedente histórico.
Ante la circunstancia que implicó la toma de La Habana, Cuba, por los ingleses en 1762, el Virrey de Nueva España, Joaquín de Montserrat, temeroso de que la invasión continuara hacia la costa de Veracruz, solicitó apoyo a la Corona en razón de organizar la posible defensa, reparar las fortificaciones ya existentes y construir otra, tierra adentro, para almacenar víveres, guarecer tropas e impedir la toma de ciudades como Puebla y México. (Cfr. Sánchez Lamego:122).
“De acuerdo con su petición, arribó a Veracruz el día 13 de Agosto de ese año de 1763, con el carácter de Ingeniero Director de la Colonia, El Brigadier de Ingenieros Español Don Manuel de Santiesteban, a quien el Virrey dió desde luego la comisión de hacer un reconocimiento militar de las fortificaciones del puerto y del terreno interior a sus alrededores” (Sánchez, Op. Cit; 13).

Para seleccionar el sitio de construcción de la fortaleza a ubicarse tierra adentro, recorrió Santiesteban las dos rutas que conducían desde Veracruz hacia la Ciudad de México: vía Orizaba y por Xalapa. En esta última, localizó la Villa de Perote, lugar que consideró adecuado por su planicie, tipo de clima y dirección de los vientos, para almacenar víveres y pólvoras, así como para la defensa de la capital de Nueva España. El sitio se seleccionó atendiendo a los criterios clásicos (Cfr. Vitruvio, 1995;19) y a las costumbres bélicas de la época de sistematizar la protección por mar y tierra (Cfr. Blanes Martín, 1986;226).

Por inscripción en placa de bronce colocada en el edificio concluído y por carta enviada a Carlos III por el Virrey de Bucareli se conoce que:
“Se comenzó este real fuerte en 20 de Octubre de 1770 reinando nuestro católico monarca el Señor Don Carlos III, siendo Virrey de esta Nueva España, el Exmo. Señor Marqués de Croix e Ingeniero Director el Brigadier Don Manuel de Santiesteban. Se concluyó en 31 de Diciembre de 1776, gobernando este reino el Exmo. Sr. B. Fr. Don Antonio María de Bucareli y Ursúa”.

“Respecto al edificio se puede decir que se trata de un fuere bastionado en el que el constructor utilizó un sistema muy en boga en el Siglo XVII, caracterizado por permitir la posibilidad de batir todos y cada uno de los puntos del foso de defensa a partir de la cresta de fuegos del recinto. Adopta en planta la forma de un cuadrado regular inscrito en una figura semejante de 237.15 metros por lado, contados entres los vértices de los ángulos salientes de dos bastiones consecutivos, quedando los capiteles de los baluartes orientados según los puntos cardinales, y los fuertes a su vez, según los rumbos noreste, sureste, suroeste y noroeste”. (Fernández Kirschenmann, et. al, 1995). Ver figura 1, planta general del edificio.

En razón de que los presagios de guerra que motivaron la construcción del inmueble no se hicieron reales, la fortaleza cayó en abandono. En 1939, sirvió para dar refugio a inmigrantes españoles que arribaron al Puerto de Veracruz; en 1945, se utilizó para concentrar a los alemanes residentes en México, dado que el país se encontraba en guerra con las potencias del Eje. (Cfr. Pasquel, Leonardo, en Sánchez Lamego, Op. cit., XXIII). Es hasta 1949 que el gobernador del Estado de Veracruz, Lic. Adolfo Ruiz Cortines, le atribuye su uso actual como reclusorio.

Modalidades de Proporción.
Para Gómez Durán, la proporción limitada a su uso en Arquitectura puede agruparse en tres modalidades: aritmética, geométrica y armónica. Sin negar la complejidad del significado del término proporción y sus correlaciones, con el orden la belleza, la naturaleza, el cosmos o el Dios, dicho autor denomina proporción.
“...a las relaciones entre las dimensiones de los segmentos de una línea, de los lados de un plano o de las aristas de un volumen. Esas relaciones están determinadas siempre, por un número llamado razón, lo cual acentúa el carácter matemático propio de la proporción...” (Gómez Durán, 1990;2).

Asume a la proporción como inherente al objeto, dado que las relaciones aparecen en él, le pertenecen; no obstante, señala que la posición del objeto mismo y la percepción individual es una de sus manifestaciones -la menos abstracta-, por lo que atenúa su posición objetivista. (Cfr. Gómez, op. cit.; 2). Sin embargo, la aparente contradicción la esquiva cuando restringe el término proporción a su asociación a una razón matemática.

Entiende como proporción aritmética cuando:
“A partir de un número inicial y por adición o sustracción de otro número constante (razón aritmética), se puede construir una serie de números creciente o decreciente que puede ser tomada como base para seleccionar a los que corresponderán a las dimensiones del objeto urbano-arquitectónico”.

Ejemplo:
número inicial= 0
razón aritmética= 1
adición (i+r) = a
i + r =0 + 1
a =1
a + 1 =1 + 1
a =2
a + 1 =2 + 1
a =3
a + 1 =3 + 1
a =4

Serie 0,1,2,3,4

A juicio del autor, la relación establecida produce un desarrollo monótono, plano y simple. No obstante, su apreciación es sólo numérica y no geométrica. La figura 2 muestra, utilizando como módulo un cuadrado, la serie ejemplificada.

La proporción como modalidad geométrica la expone como una progresión, en la que la razón se compone por la multiplicación de un número inicial por una constante, cuyo resultado volverá a ser, a su vez, número inicial. Progresiones geométricas serían entonces las series 1, 2, 4, 8 ó 1, 3, 9, 27, en las que el número inicial sería 1, y las constantes multiplicativas resultan ser 2 y 3, respectivamente. Nuevamente a juicio del autor
... “la relación establecida produce un desarrollo cambiante excesivamente rápido, por lo cual, aún cuando tiene cierto interés se reduce considerablemente debido a la falta de cohesión entre los términos...”. (Gómez, op. cit.; 4).

Tal opinión resulta un juicio temerario, cuando la mayoría de los comentaristas de Platón, en el Timeo, coinciden en que son precisamente las progresiones geométricas las que el Demiurgo, utilizó para separar al todo y generar al mundo. (Cfr. Platón, 1975;675). Sin pretender contradecir a Gómez Durán, el juicio emitido respecto a la progresión aritmética parecería sólo especulativo, a propósito de realzar el valor de las siguientes progresiones y de entre ellas, a la tercera, a la progresión armónica, que paradójicamente se sustenta en una progresión aritmética.
Son
“Progresiones armónicas, las series de números cuyos recíprocos están en progresión aritmética. Su desarrollo se da por adición de una razón, que varía de un término al otro, ya que está constituida por el número inmediatamente anterior en cada caso, de manera que la suma de dos términos consecutivos da el valor al término siguiente”. (Gómez, op. cit.; 4).

Scholfield, pretendiendo encontrar el elemento común a todos los sistemas de proporción y apartándose de visiones eminentemente polarizadas, v.gr. la de Gómez Durán, propone que es la repetición de figuras semejantes lo que relaciona a las partes con el todo, y que es precisamente esta idea, la que sustenta a la proporción. Ver figura 2.

Cualquiera que sea la posición que se asuma, debe entenderse que el significado asociado al término ha variado en la historia del pensamiento, por lo que los juicios u opiniones que se emitan, no desvirtúan la incidencia de una determinada relación de proporción como la adecuada en arquitectura, y menos aún, la vuelven única.

El trazado de la Fortaleza de San Carlos.
La fortaleza se habría de edificar siguiendo los ideales de la época en materia de arquitectura militar: firmeza, simetría y comodidad.
“La Simetría equivalía a que todas las líneas y ángulos de la traza, así como sus magnitudes y proporciones eran buenas. Ello redundaría en una composición regular..., de cálculo, táctico, perfecto...” (Zapatero, op. cit.; 143).

“Todas las partes de la fortificación deben estar proporcionadas de manera que no haya alguna que no esté debajo de la regla, pues faltando ésta en cualquiera de ellas, falta en todas; porque es comparada la fortificación al cuerpo humano, que padece todo estando mala la menor parte de él”. (Fernández de Medrano, citado en Zapatero, op. cit.; 28).

La escuela de fortificación española fue axiomática; distinguió entre fortificaciones regulares e irregulares, concediéndole mayor valor al diseño de las primeras. Entendió como regulares aquellas cuyas trazas, en los lados y los ángulos, eran iguales entre sí o “uniformes por todas sus partes” (Zapatero, op. cit.; 38).

AL igual que Vitruvio (Cfr. Vitruvio, op. cit. 15) compuso al proyecto de ichonografia o planta del edificio; orthographia o sección de un plano perpendicular al horizontal, y escenographia o perspectiva. El mayor énfasis en el uso de la proporción fue en la ichonographia, especificándose en los axiomas las medidas de los lados de las figuras, en concordancia estricta con la geometría y el arte de la guerra.

De entre las figuras regulares, las más utilizadas fueron las triangulares, cuadrangulares y las pentagonales. De entre ellas, se atribuyó a la cuadrangular la cualidad de ser
“la más buena para fortificar un passaje en la campaña, ó para guarnecer una Línea de Circunvalación, y hacer un fuerte en una avenida durante un Sitio, y finalmente para Ciudadela de una Villa”. (Zapatero, op. cit.; 67.).
La Academia de Matemáticas y Arquitectura, Civil y Militar de Madrid, recomendó ampliamente el uso de la traza cuadrangular, la cual admitía cuatro modos de composición. Ver figura 4.

La Fortaleza de San Carlos se ajustó al primer modo de la traza cuadrangular, coronada en cada extremo de sus diagonales por un baluarte en forma de rombo truncado. Igualmente, su dimensión se ajustó perfectamente a la regla prevaleciente a finales del siglo XVIII, al mostrar una magnitud en la línea de defensa equivalente a 800 pies de Brabante -1 pie = 0.2786 m.- (Cfr. Zapatero op. cit.; 67). (Cfr. Plano de levantamiento de la Fortaleza de San Carlos, D.O.P. Gobierno del Estado de Veracruz). Se sabe que la propuesta original de dimensiones para la fortaleza fue menor a la existente, en razón de su destino principal como almacén. Sin embargo, por instrucción real, se ajustó a los cánones de la época.

En la traza de la fortaleza se distinguen 6 perímetros, siendo el primero, desde el exterior, el que delimita el glacis o talud de terreno que rodea a la edificación. En las figuras 5, 6, 7 y 8, se muestran los pasos por medio de los cuales, se traza dicho perímetro con el sólo conocimiento de la medida de la línea de defensa. Se parte de escindir al cuadrado por medianas y diagonales para inscribir otra figura igual girada a 45 grados, y seccionar a la original en figuras semejantes de menor dimensión. Cada costado del cuadrado original admite 4 cuadrados menores, que son cruzados en su conjunto por una diagonal, para delimitar, junto con el cuadrado girado, perfectamente el borde del exterior del glacis.

El segundo perímetro corresponde a la primera muralla y su traza se origina como consecuencia del trazo geométrico del borde exterior del glacis; las figuras 9,s10,s11 y 12 dan muestra de ello. El trazo se apoya en tirar líneas perpendiculares a los bordes del glacis para generar el contorno interior de éste, que es al mismo tiempo, el propio de la muralla. Un cuadrado girado, inscrito en el anterior, complementa la traza.

El perímetro exterior del foso compone la tercera delimitación. Apoyándose en el trazo geométrico ya existente, se localizan los puntos para hacer centro y dibujar las medias circunferencias. Ver figuras 13,s14,s15 y 16.

La muralla del fuerte propiamente, compuesta por la de los flancos y los baluartes, inicia en su trazado con la delimitación de estos últimos, apoyándose en la línea interior del glacis y un cuadrado inscrito, cuyos vértices son determinados en el interior de cada baluarte. Ver figura 17,s18,s19 y 20. Finalmente, la calle interior del fuerte, se configura por un cuadrado inscrito cuya magnitud resulta ser módulo de todas las demás y cuyos vértices son producto de la intersección de las líneas que originan a los baluartes. Ver figura 21.

Si observa en la figura 22, cada uno de los perímetros está en proporción aritmética al módulo central, configurando la serie 1, 2, 3, 4, y por complejas que sean la relaciones del trazo, las figuras que envuelven al módulo, guardan respecto de él, una relación perfecta. Vale mencionar que no es posible obtener el trazo de los perímetros exteriores al módulo partiendo de él; es necesario que el módulo resulte inscrito.

Si se correlaciona con la propuesta de Gómez Arias, la serie obtenida en la fortaleza es una progresión aritmética; si se atiende a Scholfield, se trata de una proporción basada en la repetición de figuras semejantes. Y en este último caso, inclusive los cuadrados girados, guardan relación geométrica con el todo, representada por el cuadrado mayor. Ver figura 23. En la figura 24 se muestra la imagen de una maqueta que recrea el volumen, sin el glacis, de la Fortaleza de San Carlos, en Perote, Veracruz, México.

Conclusión.
A la manera de Wladislaw Tatarkiewicz, en su obra Historia de seis ideas, es menester señalar que no es posible tratar de elaborar una definición única de lo que la proporción es o significa. Menos aún, es posible intentar demostrar que el sistema de proporción de un edificio es el mejor o el único, por bueno que este fuera o pretendiera ser; inclusive las relaciones aparentemente descubiertas, tal vez ni siquiera fueron parte esencial de su construcción, sino quizá sólo un ejercicio de especulación a propósito de entender su origen.

Lo que si vale la pena recordar es que existen edificios que hablan, otros que cantan y muchos más que no dicen nada. La proporción a mi juicio, es un medio para hacer cantar a la arquitectura.


Bibliografía.
BLANES Martín, Tamara.
1986 Plástica del Caribe.
Editorial Letras Cubanas. La Habana, Cuba.

CALDERON Quijano, José Antonio.
Fortificaciones en Nueva España.

FERNANDEZ Kirschenmann, Carmen y Coautores.
1995 Fortaleza de San Carlos. Perote Ver.
Ensayo producido para la Maestría en
Restauración Arquitectónica de Bienes Culturales.
Universidad Veracruzana, Veracruz, México.

GOMEZ Arias Rodolfo.
1990 La proporción y la forma de los objetos
urbano-arquitectónicos.
Editorial Limusa. México.

PACIOLI, Luca.
1991 La divina proporción.
(1509) Ediciones Akal, S.A. Madrid, España.

PLATON
1975 “Timeo o de la naturaleza", en Diálogos.
Estudio preliminar de Francisco Larroyo.
Porrúa, Colección Sepan cúantos... Número 13.
México, decimoquinta edición.

SANCHEZ Lamego, Miguel Angel.
El Castillo de San Carlos en Perote.
Colección Suma Veracruzana. Serie
Historiográfica.

VERACRUZ, Gobierno del Estado de
1992 Perote y la Fortaleza de San Carlos. Historia y Señorío.
Impresora de Gobierno. Xalapa, Veracruz, México.
VITRUVIO, Marco Lucio.
1955 Los diez libros de arquitectura.
(738-741) Barcelona, España.

ZAPATERO, Juan Manuel.
1978 La fortificación abaluartada en México.
Complejo de Artes Gráficas Medinaceli, S.A.
Barcelona, España.

1 comentario:

Mariana Coronel de Guerra en Tiempos de Paz dijo...

Muchas gracias por el artículo. Qusiera saber si hay un link para ver las figuras que citas.
¡Saludos!