UNIVERSIDAD VERACRUZANA.
Facultad de Arquitectura.
Materia: Teoría de la Arquitectura.
Catedrático: Dr. Arq. Daniel R. Martí Capitanachi.
Lecturas de apoyo.
HEIDEGGER, Martín.
1973 Arte y Poesía.
(1978) Traducción y prólogo de Samuel Ramos.
Segunda edición.
Fondo de Cultura Económica.
México.
Síntesis.
El autor expone una serie de reflexiones acerca de la obra de arte, su origen y esencia, ontología y rasgos distintivos.
Señala que la obra de arte es una cosa, a la que se le adhiere algo que la distingue de las otras cosas, de las meras cosas. De tal forma que es posible, desde la perspectiva del autor, buscar en la cosidad de la obra de arte y en el algo más que se le adhiere, los rasgos que le implican el carácter artístico.
En el afán de esa búsqueda, compara la cosidad de la cosa con el problema que en filosofía ha entrañado el ser del ente. Partiendo de un marco histórico, recurre a tres explicaciones dadas en el pensamiento occidental al respecto: a) la cosa como aquéllo en torno a lo cual se han reunido las propiedades; b) cosa como la unidad de la multiplicidad que se da en los sentidos, y c) la cosa entendida como materia formada, esto es, la asociación de la materia y la forma.
Pero ninguna de estas tres nociones le satisface, dado que son aplicables tanto a la mera cosa como a la obra de arte, sin poder distinguir para la última los rasgos que les son genéricamente propios.
Distingue entre las cosas, a las cosas útiles, a las meras cosas y a las obras de arte. En las primeras existe, además de la cosidad, un valor útil que les caracteriza y que se sublima cuando su misma utilidad deja de ser perceptible por sí misma para sólo limitarse a cumplir su función. Las meras cosas, en oposición, sólo están dotadas de cosidad, ya que aunque pudieran ser útiles -potencialmente- dicho valor no les ha sido conferido. Las obras de arte por su parte, no son meras cosas ni cosas útiles, pues aún cuando cumplen una determinada función, no es su rasgo distintivo el prestar un servicio.
Tomando como referente un cuadro de Van Gogh que muestra unos zapatos viejos, infiere el autor que lo que en el cuadro se expone no es la utilidad de los mismos y menos la forma o el material de que están hechos, sino una verdad y, que es esa verdad, la que otorga al cuadro su calidad como obra de arte. Concluye que:"...En la obra de arte se ha puesto en operación la verdad del ente" (p. 63), y que la esencia del arte -origen de la obra de arte, además-, es precisamente el establecimiento de la verdad, llevando lo artístico más al plano de lo lógico que de lo estético.
Asocia a los términos Tierra y Mundo las significaciones de ocultación y develamiento del ente; la tierra, en tanto aportadora de materiales oculta al ente para sólo mostrar su cosidad. En oposición, el mundo descubre las características de éste. De ahí que para el autor la verdad radique en la desocultación total del ente y que las obras de arte estén más cargadas de mundo que de tierra, de intención más que de material.
La obra de arte implica un proceso de creación, por lo que es producida, confeccionada. Para Heidegger, la obra de arte es la portadora de la verdad -objetivismo-, la cual se descubre a través de la contemplación. El prologuista al texto hace alusión respecto de esta contradicción, apuntando la más débil posición del autor en el sentido subjetivo, ya que la mayor porción de su tesis se centra en los rasgos mismos del objeto como portador de la verdad, que en la contemplación de que es objeto por parte del espectador, ya individual o colectivo.
Heidegger señala que el arte como iluminación sobre lo descubierto es, más que imaginación o fantasía, Poesía. La Poesía sería así, el arte mismo, como revelación, como desocultación del ente que conlleva a la verdad, y por ello, las artes y la poesía forman parte de él.
Se recurre al lenguaje para nombrar al ente, por lo que es el lenguaje lo que manifiesta al ente. Si el lenguaje es medio de conocer al ente, es medio también de la verdad y del arte. La esencia del arte es la Poesía, "...pero la esencia de la Poesía es la instauración de la verdad"(p. 114). Pero termina el autor explicando que la verdad que ocurre en la obra de arte y en el arte en sí no es la verdad absoluta o verdad del Ser, sino una de sus actualizaciones o realizaciones, por lo que el rasgo que caracteriza a la obra de arte -lo que acompaña a su cosidad-no es la verdad que ésta expone, sino el desocultamiento de esa verdad que en ella se encierra.
Análisis crítico.
* A nivel formal se puede apuntar que es confusa la tesis expuesta por Heidegger, en el sentido de que pasa de un ámbito de reflexión a otro de manera abrupta y sin el establecimiento de los puentes necesarios: pasa del discurso filosófico al plano fenoménico -y en ocasiones esotérico: la tierra, el mundo-, sin señalar los motivos por los que traspone esos umbrales. Ello conlleva a una escasa posibilidad de confrontación de sus ideas puesto que están cargadas de una franca subjetividad, en las que conclusiones de filosofía, por ejemplo, parten de su valoración personal de un objeto -vgr. el cuadro de Van Gogh-, o en su caso, de justificaciones casi metafísicas, como lo que concierne a la Tierra y el Mundo, que traen consigo un desenlace imprevisible.
* Es valiosa la aportación que hace en el sentido de descomponer a la obra de arte en cosidad y develación de la verdad, ya que muestra el aspecto material vinculado a un lapso en el que interviene la intención del artista, el modo de plasmar esa intención y la contemplación subjetiva de la obra concluida. Este último lapso puede equipararse a la fase de proyectación en arquitectura, entendiéndolo como el episodio en el que arquitecto plasma su intención dirigida a una cierta colectividad histórica, la cual será, en su caso, la encargada, de develar lo que exista de verdad en lo proyectado o edificado.
* Es válido apuntar que aún cuando Heidegger aclara que la verdad que caracteriza al arte no es la verdad del Ser sino una actualización o realización de ésta y, que el rasgo distintivo de la obra de arte que acompaña a su cosidad es mas bien la desocultación de la verdad, la tesis aportada sólo es operativa en tanto se conceda en el campo de la estética que la verdad es rasgo de definición del arte. Si se considera que a partir de finales del Siglo XIX dicha concepción fue combatida y que son otros los distintivos del arte -la impresión producida, el choque a los sentidos-, entonces la tesis estaría fuera de su ámbito de operación y no sería válida. Tal vez por ello el autor la sustentó en el plano de la verdad lógica, en lugar de hacerlo respecto del de la verdad estética, lo cual no excluye que se trate de una salida contradictoria, dada la amplia disertación que sobre el arte como tal el autor realiza.
Imágenes: Remedios Varo, circulación libre, Internet.
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