viernes, 1 de agosto de 2008

La Arquitectura del Valle de Oaxaca.

UNIVERSIDAD VERACRUZANA.
Facultad de Arquitectura.
Materia: Teoría de la Arquitectura.
Catedrático: Dr. Arq. Daniel R. Martí Capitanachi.
Ensayos y reflexiones.


La Arquitectura del Valle de Oaxaca.
Culturas Zapoteca y Mixteca.

"Monte Albán, cuyo nombre original no conocemos, pero que tal vez fuera Cerro del Tigre, forma parte de una serie de eminencias llamadas Cerro del Gallo, y Atzompa, tiene una altura de 400m. sobre el nivel general del Valle de Oaxaca y 1540 sobre el del mar; todas estas montañas se hayan cubiertas de montículos, restos de antiguos edificios formando así un enorme conjunto monumental"(1)

En aparente contradicción con las formaciones urbanas prehispánicas, la de Monte Albán, ciudad de los muertos de los zapotecos, se ubica en lo más alto de una formación montañosa aislada del Valle de Oaxaca, sin aprovechar los terrenos llanos que éste ofrece, y que son equiparables a las condiciones topográficas seleccionadas por los pueblos mesoamericanos para la fundación de sus ciudades. Tal vez sea éste el primer rasgo de originalidad de la cultura zapoteca en lo que se relaciona con su entendimiento del urbanismo y la arquitectura.

El conjunto urbano que forma a Monte Albán se conforma por edificios civiles, teocráticos y funerarios, que se emplazan en hileras en los extremos oriente y occidente de un gran espacio abierto al que sólo se puede acceder o salir desde aperturas opuestas, ubicadas entre los mismos edificios. Las porciones extremas norte y sur son ocupadas por edificios con basamento que a su vez se ubican sobre los puntos topográficos más altos, y desde los cuales se obtiene una perspectiva que domina a la plaza en toda su amplitud. Existe pues una direccionalidad en la traza de la ciudad cuyos puntos de orientación corresponde a Norte-Sur, aprovechando la planicie -natural parcialmente e inducida a través de terrazas en otras partes- ubicada en la parte más alta del cerro mencionado.

Se trata de una ciudad construida a través de los siglos y, sin embargo, con una unidad de concepción asombrosa, según palabras de Paul Westheim.
"Los principales ejes no mantienen entre sí una relación rigurosa, sino que se tuercen, se desvían unos con respecto a otros: resulta interesante observar, por ejemplo, cómo la masa de los tres edificios que ocupan el centro de la plaza viene a balancear, integrándolo de manera definitiva en la composición general...La simetría se ve aquí remplazada por las extraordinarias relaciones que se establecen entre los espacios abiertos y los edificios, en un verdadero alarde de asimétrica armonía"(2)

Aún cuando Teotihuacan influyó sobre el tipo urbano y algunos rasgos arquitectónicos, la estructura de Monte Albán adquiere caracteres propios dados por su emplazamiento geográfico distante del Altiplano Central y por la evolución de la cultura zapoteca en alrededor de dieciocho siglos
"...la nota horizontal dominante en Monte Albán, adaptada a esta región de fuerte actividad volcánica, se ve acentuada por las tendidas masas de escalinatas que bordean anchas alfardas, subrayadas a su vez por sendos tableros de escapulario, típica versión zapoteca del tema teotihuacano del tablero sobre talud."(3)

Las exploraciones de esta ciudad se iniciaron en 1919, empezándose formalmente el trabajo de investigación arqueológica hasta fines de 1931. Este consistió en la liberación de las estructuras, una por una, hasta integrar el conjunto urbano para descubrirse una plaza rodeada totalmente de edificios, creando un espacio delimitado por fachadas continuas, generándose la idea de un patio interior, mismo que en el nivel arquitectónico es retomado en la zonificación de los edificios existentes; esta idea de interioridad es rasgo ya distintivo para Monte Albán durante el período clásico.
"Las construcciones se distribuyen a los lados de patios cuadrados, de un modo semejante a los de Teotihuacan; estos patios rodeados de estructuras, se ligan unos con otros formando sistemas. Es muy general el tipo de dos aposentos, de los que el primero es en realidad un vestíbulo, comunicado con el otro por puertas que a veces llevan columnas; los basamentos tienen acceso por escalinatas limitadas por anchas alfardas. Es muy general que en estos patios bajo los edificios, principalmente bajo el que está frente de la entrada, se encuentren tumbas y entierros."(4)

Para su estudio, la cultura zapoteca y en especial, la ciudad de Monte Albán ha sido dividido por fases. La época I, mejor conocida como Monte Albán I se contabiliza desde el año 650 hasta el 200 antes de Cristo, aunque se cuenta con vestigios cerámicos que testimonian rasgos de la cultura zapoteca que datan del 900 A.C.
"La época I corresponde al último apogeo del mundo olmeca y después a su decadencia y su fin. Esto es importante porque señala la situación cultural o los avances logrados en otras área de Mesoamérica contemporánea de la que estamos estudiando"(5)

Es innegable la influencia de la cultura olmeca sobre Monte Albán, porque a pesar de la lejanía entre ambas, el esplendor de la primera repercutió sobre todas las culturas mesoamericanas, por lo que el contacto entre ellas, hizo que algunos de sus rasgos modificados, se absorbieran en Monte Albán; sin embargo, ellos incidieron mayoritariamente sobre la cerámica y el relieve, más que en la arquitectura y en el urbanismo.
"El jaguar, que proviene de la cultura olmeca en la que se le rindió culto, pasó al panteón zapoteca, donde se le deificó y relacionó con el espíritu de la tierra y el agua... Se le representa por lo común en forma naturalista en distintas posiciones..."(6)

A la primera época corresponde el Templo de los Danzantes, estructura de piedra que adiciona a las rampas propias de Mesoamérica, la intención de la verticalidad, a través de muros que anteceden a las alfardas, que serán elementos estos últimos que caractericen originalmente a las construcciones zapotecas y darán origen al uso de tableros decorados con grecas, entre los mixtecas.
"Los sistemas de construcción empleados...no ofrecen características muy distintas...de las de otras zonas; sin embargo, se pueden señalar algunos rasgos que caracterizan las distintas épocas. En la parte más profunda de las excavaciones hechas... en la plataforma norte, apareció una parte de un antiguo basamento que es sólo un paramento vertical coronado con faja plana...y probablemente pertenece a la época Monte Albán I... A fines de esta época se construyeron muros con enormes piedras, que alcanzan dimensiones hasta de dos metros por lado, colocadas en hiladas que alternan con otras construídas con piedras de menor altura que penetran más profundamente en la mampostería; el muro así formado reviste el núcleo de piedra y tierra del edificio."(7)

Es muy probable que desde esta época se empezara la organización de la gran plaza central, dando con ello pie a la interpretación que hacen los arqueólogos del dominio de la idea urbanística entre los zapotecas. Westheim, al referirse al conjunto urbano y a la posición de los edificios expresa:
"Así surge un conjunto de espacios concebidos no como simple yuxtaposición de edificios o de plazas, sino como una viva relación de espacios...todo un sistema de espacios vivos que se complementan, se absorben, se corresponden mutuamente; multiplicidad de elementos que integran una unidad orgánica...una sinfonía espacial."(8)

La segunda época, Monte Albán II, se inicia en el año 200 A.C. y se prolonga hasta el principio de la era cristiana. En general, se trata de una continuación de los rasgos culturales de la época I.
"En arquitectura, por ejemplo, hay parecidos entre las épocas I y II. Pueden haber otros menores pero en esencia son dos: uno, la continuación de edificios construídos con grandes muros verticales no inclinados y formados por piedras generalmente enormes; otro, la existencia de escaleras hechas sin alfardas muy diferentes de las escaleras mesoamericanas posteriores...En la época II no hay sólo ese intento de planificación urbana que vimos existía en la época I, sino que ya está claramente definido. El ejemplo más notable es, naturalmente, la gran plaza de Monte Albán. Para la época II ha sido tratada en su totalidad y pavimentada íntegramente con su piso de estuco, aunque tal vez todavía no rodeada de edificios. Cuando menos, el plan general, la idea de aprovechar la punta de ese cerro para hacer esta espléndida plaza proviene de la época II, si bien luego se aumenta muchísimo. No hay sólo eso. Durante esta época se realiza la labor verdaderamente titánica de nivelar la punta del cerro. La plaza tiene 600 metros de largo por 400 de ancho -una superficie muy considerable-. Hubo que recortar las excrecencias rocosas que existían y rellenar por otro lado, los huecos que había. Ahora bien, en la gran plaza hubo tres cerros que fue imposible eliminar. Uno al norte, otro al sur y otro en el centro. Se recurrió al procedimiento muy hábil de cubrirlos con edificios. Así, las plataformas norte y sur contienen dentro un núcleo natural, y lo mismo ocurre con el grupo de edificios existentes en el centro de la plaza."(9)

Ante esta proeza de ingeniería, Gendrop señala que existe en Monte Albán un sentido sublimizado del espacio, donde la ciudad parece haberse ensamblado a la estructura del monte, modelada por la mano del hombre, sólo comparable en todo Mesoamérica al sitio de Machu Pichu, sobre Los Andes del Perú. Referente a arquitectura, se continúan en la época II los edificios funerarios que caracterizaron a la primera. En el período que nos ocupa se adicionaron a las tumbas, pinturas al fresco sobre murales, así como la intención de combinar techos a dos aguas con techos planos.
"Los siete siglos siguientes entre el año 1 y el 700 forman el apogeo del mundo indígena..."(10).

Corresponde al período de mayor florecimiento de la cultura zapoteca, aunque no es privativo de ella.

Durante esa época se estima que se alojaban en Monte Albán alrededor de 35 mil habitantes, cifra por demás representativa para cualquier ciudad en el año 700 D.C.; se cree que para esa misma fecha Teotihuacan presentaba como dato demográfico, el doble del manifestado en Monte Albán.

La arquitectura existente había sufrido ya diversas reconstrucciones, y para este período sufre nueva intervención por la idea generalizada en Mesoamérica de superponer al edificio antiguo nuevas estructuras o basamentos.

Es característico de este período la ornamentación de los tableros sobre las alfardas a través de bajos relieves, que contenían figuras zoomorfas, grecas -aunque con menor profusión-, o motivos de T invertida. Las esquinas de los monumentos son cubiertos con piedras planas, sobre las que se inscriben leyendas con jeroglíficos que narran la historia tal vez, de pueblos conquistados.

En este período se construyen casi todos los edificios que bordean la plaza.
"Los cuatro lados de la gran plaza estaban completamente edificados y lo que hoy vemos de Monte Albán, salvo excepciones, es lo que corresponde a esa época, puesto que fue la última construcción y, por tanto, la que quedó encima...Las tumbas se muestran particularmente vastas y valiosas; la necrofilia, el culto a los muertos tan característico del Valle de Oaxaca más que de ningún otro lugar en Mesoamérica, está en auge. Se construyen numerosos edificios subterráneos cada vez más suntuosos y complicados. Es curioso que estas tumbas tan lujosas no siempre contienen objetos valiosos, sino a veces extraordinariamente pobres y ni siquiera de manufactura cuidadosa."(11)

En el Valle de Oaxaca, coexistiendo con el tercer período de Monte Albán, se asienta sobre la planicie la cultura mixteca. De ella, su conjunto urbano más importante corresponde a Mitla.
"No se puede apreciar un trazo de conjunto en lo que ahora se conserva de la ciudad, pues los diversos grupos parecen haber sido construidos sin que su distribución haya obedecido a un plan formado de antemano. El arreglo de cada grupo constituido por edificios que limitan patios cuadrados o rectangulares, sí ofrece una perfecta simetría en cada uno de estos cuadrángulos."(12)

Las ruinas de Mitla tal y como hoy se conocen, se componen por cinco grupos de edificios, que debieron haber estado unidos por habitaciones que bien desaparecieron por haber estado construidas con materiales perecederos, o bien se encuentran sepultadas bajo las estructuras del actual asentamiento.

De estos grupos de edificios, tres son los más conocidos, los más tardíos y con rasgos comunes. Los edificios cuentan con patios que están conectados entre sí, a través de pasillos estrechos, y que integran la zonificación interna característica de estas construcciones. Los aposentos son largos y angostos, y se accede a ellos a través de puertas.

La decoración externa de los edificios es rasgo característico de las construcciones de Mitla, y elemento de originalidad mesoamericana, ya que se distingue de cualquier otra cultura, por las grecas ubicadas en tableros, sobre muros verticales, rematados por entrecalles. Las grecas se forman por la agregación de piezas individuales, recortadas ex profeso para formar figuras ya sea horizontales, verticales o diagonales, creando llenos y vacíos que a través de claroscuro establecen la paradoja de la figura fondo.
"La decoración es fundamentalmente el ya mencionado mosaico formado por pequeñas piedras perfectamente recortadas para embonar una con otra y formar motivos. Estos, a veces muy estilizados, están inspirados en la serpiente."(13)
"La decoración de las fachadas es, en general, monótona, pero bien resuelta y de una ejecución perfecta."(14)

En Mitla se utilizaron como elementos constructivos los dinteles, que estaban constituidos por enormes monolitos rectangulares. Los techos se construían con madera, apoyados sobre los muros laterales, y tenían como propósito alojar una actividad interna en estos edificios o palacios. La mayoría de ellos estaban ornamentados con grecas.
"Representan una labor titánica -sólo en uno de los conjuntos se calculan más de 100,000 piedrecitas, todas talladas para formar mosaicos- indicadora de un poder central político de considerable magnitud, capaz de enrolar la fuerza humana necesaria y mantenerla trabajando"(15)

En Mitla, la función de los edificios es distinta a la de Monte Albán, ya que no se dedican al culto a los dioses, sino al uso del hombre. Si bien no se puede hablar de un cambio total, si es posible identificar un momento de humanismo en el que el hombre adquiere la importancia que en otro tiempo correspondió a los dioses.
"No significa el fin de los templos o que no se siga el culto a los dioses, pero indica que ya éstos no tienen ya la primacía total que poseían antes...Claro que en el mundo mesoamericano esta distinción entre lo humano y lo divino, entre lo civil y lo religioso, es casi imposible hacerse, porque todo está íntimamente conectado y de hecho confundido"(16)

BIBLIOGRAFIA.
BERNAL, Ignacio y coautores
Historia de México. Tomo 2 de 3.
Salvat Editores de México, S.A.
España, 1975.

GENDROP, Paul.
Arte prehispánico en Mesoamérica.
Editorial Trillas. Tercera edición.
México, 1979. 294 p.

MARQUINA, Ignacio.
Arquitectura prehispánica, Parte primera.
Instituto Nacional de Antropología e Historia. Secretaría de Educación Pública.
México, 1951.

MARQUINA, Ignacio.
Estudio comparativo de los monumentos arqueológicos en México.
Secretaría de Educación Pública.
México, 1928.

MEDELLIN Zenil y coautores.
Los pueblos y señoríos teocráticos. El período de las ciudades urbanas.
Segunda parte.
SEP-INAH.
México, 1976. 252 p.

OAXACA, Gobierno del Estado.
El Estado de Oaxaca.
Editor Grupo Azabache. Primera edición.
México, 1993. 164 p.

WESTHEIM, Paul y coautores.
40 Siglos de Arte Mexicano. Tomo I de III.
Editorial Herrero. Segunda edición.
México, 1969.